Amado mío,
Hace bastante desde mi última carta, la verdad es que después de aquel
día en que los vientos cambiaron no haba sentido la necesidad de escribirte.
Mis cartas siempre estuvieron inspiradas en el sentimiento de que por
medio de ellas nos conectamos, independientemente de las pocas respuestas
recibidas, el saber que leías mis cartas siempre fue suficiente como para
continuar haciéndolo.
En esta ocasión te escribo por un punto fundamental, libertad; siempre
te dije que nosotros éramos dos y éramos uno en nuestra libertad, pues la
libertad es lo que ha reinado en nuestras vidas en estos últimos meses.
Aquí, en esta ciudad, he sentido una libertad difícil de describir. Se
bien que esa libertad es producto de mi aceptación personal, mas se siente muy
bien. Todo el mundo receptivo al amor que puedas dar, y ofreciendo amor de
igual manera. Aquí me he topado con personas maravillosas y he podido eliminar
muchos de los pesos que cargaba sobre mis hombros.
Sé que tú también estas en plena libertad, independientemente de que me
los haz comentado, lo he sentido en tus palabras, en el tono de tu voz, en tus
caricias lejanas.
Me maravillo al ver los niveles de libertad en los que nos encontramos,
sabiendo que podemos ser más libres, mucho más; y en medio de esa sensación
maravillosa me pregunto si podemos estar juntos, ¿qué es lo que te impide estar
junto a mí? ¿Por qué sientes que al estar juntos es una pérdida de la libertad?
¿Por qué la libertad se ha asociado con la soledad?
Se tus respuestas: estás pensando demasiado; lo cual es totalmente
cierto. Y es que lo que siento es un impulso a estar a tu lado, con la certeza
de que podemos ser uno en nuestra libertad.
¡Te amo!
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